En octubre de 2024, el huracán Helene arrasó el sureste de Estados Unidos, dejando a su paso una estela de destrucción. Los pueblos quedaron inundados. Muchas casas fueron destruidas. Cambió la vida de muchas personas. Las montañas de Carolina del Norte, que solían estar repletas de excursionistas, ciclistas y visitantes, quedaron en silencio.
El Bosque Nacional de Pisgah, que alberga cientos de kilómetros de senderos para bicicletas de montaña de primera categoría, se vio especialmente afectado. Alrededor del 80 % de los árboles del bosque fueron derribados. Los senderos que antes parecían cintas ocultas de tierra a través de densos bosques verdes eran ahora enredos intransitables.
Y para quienes viven en Pisgah y sus alrededores, estos senderos son más que meros lugares para montar en bici: forman parte del corazón de la región. Atraen a cientos de miles de visitantes cada año. Impulsan los negocios locales. Y ofrecen algo más intenso: una forma de conectar, de moverse, de participar. Perderlos significaba más que simplemente perder una temporada de ciclismo: significaba perder un elemento fundamental de la vida cotidiana.
Los voluntarios locales sabían que tenían que actuar rápidamente para empezar a recuperar dicho elemento. Pero con las carreteras bloqueadas y la mayoría de los senderos solo accesibles en bicicleta o a pie, la tarea de recuperación parecía ardua y larga.
De cómo las bicicletas eléctricas permitieron reconstruir una comunidad
De cómo catorce bicicletas eléctricas donadas permitieron a una comunidad reconstruirse y volver a montar en bicicleta
Matt Ciancia, Territory Manager de Trek, tuvo una idea brillante. ¿Qué tamaño de motosierra cabe en una bicicleta eléctrica de montaña, además de unos cuantos litros de combustible y lubricante? Los miembros de la Southern Off-Road Bicycle Association (SORBA) y del G5 Trail Collective estaban a punto de descubrirlo.
Siguiendo la recomendación de Matt, Trek donó 14 bicicletas eléctricas de montaña Rail para ayudar a los voluntarios de ambas organizaciones a transportar suministros y desplazarse por los bosques con mayor facilidad. Las tareas de reacondicionamiento de senderos, que según las previsiones podían prolongarse durante meses o años, pasaron a ser viables en plazos mucho más cortos.
Los equipos de limpieza recorrieron Kitsuma, la joya de la corona de Pisgah, de arriba abajo en un solo día, un trabajo que pensaban que les llevaría al menos una semana. En cinco meses, habían conseguido despejar casi 260 kilómetros de senderos, dejando solo 50 kilómetros en un proceso que muchos temían se prolongaría durante años.
Y la tarea no ha acabado. Estas mismas bicicletas eléctricas pronto se utilizarán para construir cientos de kilómetros de senderos nuevos y ayudar a Pisgah, y a las personas que viven y montan en bicicleta allí, a recuperarse con más fuerza.
Como siempre, surgirán problemas. Pero lo importante es cómo reaccionamos.