En 2015, Trek presentó una versión radicalmente mejorada de su longeva bicicleta de competición de carretera. Era la quinta generación de la Madone, pero era tan distinta respecto a la generación anterior, que podría haber sido una categoría completamente nueva.
Y de hecho, lo era. La Madone de 2016 se convirtió en la joya de la corona dentro de la categoría emergente de las superbikes. Dentro y fuera de Trek se la denominaba «La bicicleta de competición definitiva», porque dio en el clavo al conseguir la difícil combinación entre aerodinámica, comodidad, y ligereza.
Los periodistas estaban impresionados. Los atletas estaban impresionados. Los clientes estaban impresionados. Pero la gente que estaba detrás del proyecto sabía que podían hacerlo mejor.
Días después del lanzamiento, Jon Russell, Diseñador Industrial Sénior, convocó una reunión para hacer una lluvia de ideas. Juntó a los actores clave del proyecto, que habían participado en la conceptualización y la creación de la Madone de 2016, con representantes de las áreas de producto, diseño industrial, marketing e investigación del rendimiento.
Repartió un taco de post-its a cada uno de los presentes y lanzó una pregunta muy sencilla: «¿Cómo podríamos mejorarla?».
Fueron escribiendo ideas en las notas y las pegaron, una a una, sobre el dibujo de la bicicleta. Al final de la reunión, la Madone al completo, considerada por muchos como la mejor bicicleta de carretera jamás fabricada, quedó oculta bajo un reguero de deseos.
«No había ninguna nota que pusiera ‘Esta parte está perfecta así, no hace falta retocarla’», recuerda Hans Eckholm, Director de Diseño de Producto de Trek. «Estamos orgullosos de nuestro trabajo, pero no era el momento de hacernos cumplidos. Era el momento de ser honestos».
La incansable reinvención de la Trek Madone desde dentro
Fabricamos la mejor bicicleta de la historia. Y después la cambiamos por completo.
«En Trek, la gente está más conectada con el producto que en cualquier otro lugar en el que haya trabajado», asegura Hans. «En todos los departamentos, los empleados ven la bicicleta como el resultado de su esfuerzo. Se lo toman de forma personal».
Al fin y al cabo, no había ni una sola parte de la Madone de 2016 que no ofreciera una oportunidad de mejora. Conseguir que la quinta generación de la Madone llegue a su estado actual ha sido un esfuerzo titánico, y fue un esfuerzo gigantesco depurar el diseño de la sexta generación hasta que estuvo lista para entrar en producción en 2019.
«Es un ejercicio importante: mirar lo que has hecho y ser honesto sobre cómo podrías mejorarlo», afirma Hans. «Nosotros tratamos directamente con el producto, pero lo cierto es que la idea de mejora continua es una constante en Trek. No importa lo que hagas, puedes enorgullecerte de tu trabajo. Pero no puedes pensar que está perfecto, porque siempre se puede hacer mejor».
Seguramente puedes imaginarte lo que pasó después. Un año después del lanzamiento, cuando había pasado suficiente tiempo para recoger datos de los resultados de los tests, y el feedback de los distribuidores locales, atletas y clientes, la sexta generación de la Madone saltó a la palestra. Lo mismo pasó con la séptima. Y, ahora, con la octava. Estaba cubierta de notas adhesivas, al igual que las que vinieron antes y las que llegarán después.
No hay un final, la perfección no existe. Pero eso no nos impedirá luchar por alcanzarla.