Hace catorce años, LaToscia James (conocida en la oficina como LT), Finance Manager en Trek, se planteó la idea de apuntarse a su primer triatlón. Ni siquiera sabía nadar.
No obstante, LT es de esas personas que son capaces de hacer (y que harán) cualquier cosa que se propongan. Y lo hace con una elegancia tan natural que te hace pensar que hasta tú puedes hacerlo.
Cuando hablas con LT es como si fuera tu amiga de toda la vida, aunque en realidad acabes de conocerla. Es divertida, humilde y cercana. Es de esas personas que te darían la ropa que llevan puesta y que te ofrecerían hasta los zapatos. Es fácil entender por qué LT congrega a tantas personas a su alrededor. Hay algo en ella que hace sentir que sus éxitos se extienden al resto, como si sus triunfos pertenecieran de alguna forma a todo el mundo.
En 2024, cuando LT se inscribió en un Quadruple Anvil (un ultratriatlón que cuadriplica la distancia de un Ironman), pensó que le esperaba un camino largo y solitario. Pero sus amigos de Trek tenían otros planes para ella.
Shane Brown, entrenador en Trek, se encargó de asesorar a LT en sus dos entrenamientos diarios durante los siete meses previos al evento. Kyle Russ, Lead Biomechanical Engineer, configuró su bicicleta al detalle y equipó una Domane con acoples para garantizar el máximo confort en distancias ultralargas. Allie Petersen, Financial Analyst en el equipo de LT y exnadadora universitaria de la D1, acudió a la piscina que había cerca de la sede de Trek en Waterloo para ayudarla a perfeccionar su técnica en el agua.
Pero llegado el gran momento, LT sabía que iba a ser ella contra el mundo. Tendría que nadar 15,45 kilómetros en aguas abiertas, recorrer 721 kilómetros en bicicleta y 168,65 kilómetros a pie, la única parte del recorrido en la que se le permitía tener liebres. Pero ¿quién iba a salir a correr en medio de la nada y en mitad de noche?
LT empleó 7,5 horas para completar la travesía a nado. Sus compañeros de trabajo y amigos la animaban desde la playa. La bicicleta puso a prueba su resistencia al tener que recorrer largos tramos por carreteras oscuras y solitarias, con los bíceps doloridos y las habituales molestias del sillín. Sus compañeros de trabajo y amigos te animaban desde el arcén y las ventanillas de los vehículos que pasaban. Hacia el final de la carrera a pie, LT casi no podía levantar los brazos y tenía que acercar la boca a las manos para poder comer. Aun así, sacó fuerzas de flaqueza para sonreír, motivada por la inesperada presencia de personas apoyándola.
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Cada vez que el camino se le hacía largo o creía imposible llegar antes de la hora límite, aparecía otro compañero de trabajo. Hacían turnos, animándola y corriendo con ella durante toda la noche hasta bien entrada la madrugada.
«La verdad es que no me lo esperaba. Fui capaz de seguir adelante pese al sufrimiento gracias a todas las personas que me acompañaron. A mediodía, había perdido la visión, veía doble. Pero yo me reía y hablaba todo el rato», confesó LT.
Cuando LT dio la última vuelta con su marido, que puso la banda sonora de Rocky en su teléfono, le pareció que todo el pueblo la seguía.
El tiempo límite para la carrera era de 96 horas. LT necesitó 94 horas y 15 minutos, con solo seis horas de sueño en total. Es una hazaña de resistencia que resulta inconcebible para la mayoría de los mortales.
La única persona que cruzó la línea de meta fue LT. De hecho, tal vez sea la única mujer de Estados Unidos que haya completado un reto semejante. Al reflexionar sobre su logro, lo que más sorprende a LT es ese sentimiento de comunidad que le da haber tenido tanta gente a su lado.
«La cultura de Trek es diferente. Y lo diferente también es bueno», afirmaba. «Mucha gente salió a ayudarme y animarme. Yo decidí hacer esto y era mi cuerpo el que lo estaba dando todo. Pero fue el espíritu de todas esas personas en mi interior el que me llevó hasta la línea de meta».