Un paseo benéfico en bicicleta como ningún otro - Trek 100
Es sábado por la tarde y estás a 60 millas de una rodada benéfica de 100 millas. Te pesan las piernas. Tus ánforas están casi vacías. Tu estómago empieza a rugir. Pero en cualquier momento, en cualquier kilómetro, sabes que se acerca una parada de descanso.
Subes una montaña, te limpias el sudor de los ojos y respiras aliviado. Ahí está. Comida.
Te detienes, medio convencido de que tus ojos cansados te están engañando. Los coches clásicos se alinean sobre el pasto. Una banda toca en vivo versiones de rock clásico. ¿Y ese es... Elvis? El Rey en persona te da un “Fluffernutter”. Le das una mordida.
No, no es una ilusión óptica. Es un punto de descanso en el paseo benéfico en bici Trek 100.
Todos los veranos organizamos la rodada benéfica Trek 100 para apoyar los esfuerzos de la MACC Fund para acabar con el cáncer infantil y los trastornos sanguíneos relacionados. Y lo que empezó como un simple paseo en bicicleta con una misión se ha convertido en todo un espectáculo con pedales.
¿Qué le dan normalmente a la gente en una rodada benéfica? Mesas plegables, algunos plátanos sin cáscara, quizá un poco de mezcla de hidratación. ¿Qué le dan a la gente en la rodada benéfica Trek 100? Jumo de pepinillos de barril, hamburguesas, una granja de animales domésticos, DJ en vivo, toboganes, bombones. No es lo que la gente espera de una rodada benéfica. Y ese es precisamente el objetivo.
Porque cuando creas algo inolvidable, la gente regresa. Trae a sus amigos. Cuelgan el póster en su cochera y marcan la fecha en su calendario para el año que viene. Y lo más importante, apoyan la causa por la que todos estamos aquí: por los niños.
Al fin y al cabo, las grandes experiencias hacen que la gente sienta algo. Y cuando la gente siente algo, se pone en acción. Devuelven el favor. Corren la voz. Y así es como se convierte un paseo en bici en algo mucho más trascendental.
Paradas de descanso en las que merece la pena detenerse
Cada parada de descanso de la Trek 100 tiene su propio cartel personalizado diseñado por nuestro equipo creativo interno. Lo que empezó como una simple señalización se convirtió en uno de los trabajos más locos y creativos que hemos creado nunca. Desde vaqueros pintados a mano con acuarelas hasta hot dogs ciclistas, aquí no hay lineamientos de marca, solo pura libertad creativa al servicio de una buena causa. A los ciclistas les gustan tanto estos carteles que incluso empezamos a venderlos después del evento. Se han convertido en codiciados recuerdos de la rodada benéfica más maravillosamente extraña del ciclismo.